Vigilancia y monitoreo en el dispositivo de modulación: notas para una estética de la existencia en Deleuze y Guattari

#39

Camilo Enrique Rios Rozo

Si bien el diagnóstico a propósito de las sociedades de control que realizó Deleuze de manera fragmentaria desde finales de los años setenta nos resulta la matriz predominante para el análisis de la situación contemporánea en términos de una ontología política de nosotros mismos, es precisamente por su carácter fragmentario y menor que esta noción debe ser revisitada incontables veces para articularse y abrirse y desplegarse ampliamente en función de los ejercicios de diagnóstico que en nuestros tiempos resuenen con algunas de las cosas que en el trazo de Deleuze quedaron apenas si acaso como intuiciones bastante bien informadas.
Tal es el caso de los estudios que podemos llamar de ‘gubernamentalidad’, que los conocidoa ‘anglofoucaultianos’ han adelantado juiciosamente tras la muerte de Michel Foucault. En ellos se percibe un legado fuertemente genealógico respecto de la necesidad de trazar las líneas de fuerza de poder constitutivas de nuestros tiempos en código gubernamental, de modo que no sólo se dé cuenta de los modos de conducción de conducta que imperan en nuestros tiempos y contextos, sino que se tracen posibilidades de trasnformación o al menos líneas que podríamos llamar contraconductuales en función de esas líneas de fuerza gubernamental imperantes. En esta línea podemos identificar los trabajos de Ewald, Burchell, Gordon, Miller e incluso Rose, que analizan fenómenos de amplio espectro, tales como la actualización del biopoder, la pobreza, las familias y las migraciones como fenómenos gubernamentales.
De manera complementaria, la línea que desde una perspectiva analítica se desprende también de los análisis de Foucault a propósito del neoliberalismo nos ofrece perspectivas interesantes ya no sólo respecto del ejercicio gubernamental del poder, sino a propósito de la microfísica del mismo. Los trabajos que han llevado a consecuencias inimaginables la noción de ‘empresario de sí’ para analizar la ética del ‘management’ como instalación generalizada en nuestros tiempos, o pensadores como Lazzarato y Bifo, por mencionar sólo un par, que hacen suya esta analítica para pensar una microfísica del neoliberalimos, incluso sin llamarla así, al analizar bien los modos de moralización que tiene el aparato de la deuda, trascendida absolutamente de cualquier marco financiero, bien la forma en que la tecnología y los medios de comunicación ocupan un lugar preponderante en el momento de configuración de comportamientos cotidianos.
En ese marco de doble entrada, y retomando también la herencia que hay de Simondon en Deleuze, propongo entender la contemporaneidad, analíticamente, como un dispositivo de modulación que vectoriza la racionalidad gubernamental del neoliberalismo, sobre todo y cada vez más en su dimensión microfísica, y se instala en el campo de lo social bajo la forma de un aparataje que se correspondería con las imágenes que Deleuze traza para las sociedades de control y Guattari en los prolegómenos para proponer su acción ecosófica. Las sinergias entre Deleuze y Guattari respecto de este diagnóstico de lo que ‘estamos empezando a ser’ es mucho más silencioso que el trabajo en conjunto que encontramos en libros como Mil mesetas, El antiedipo o ¿Qué es la filosofía?, por mencionar apenas algunos; sin embargo, intentaré reconstruir el intercambio de afectos que constituye este diagnóstico, esta preocupación prospectiva conjunta, a partir de algunos recortes de sus textos. Esto con el fin de amplificar los decibeles de la caja de resonancia que nos permita señalar especialmente el papel que en esta preocupación la técnica en general, y algunos senderos de innovación tecnológica en particular. Me enfocaré entonces en la idea amplia y puntual de la vigilancia y el monitoreo, aspectos nodales de lo que llamaré por comodidad expositiva ‘sociedades de control’, pero intentando ponerlos en función de las ideas simondonianas de modulación y dividuo.
Seguidamente, en una serie de saltos epistémicos, propondré una ampliación y una suerte de actualización del tema de la vigilancia y el monitoreo, a partir de las propuestas, sobre todo a partir de algunos planteos de Gérard Wajcman (El ojo absoluto), Byung-Chul han (La sociedad de la transperencia), Guy Debrod (La sociedad del espectáculo), Lyotard (La condición posmoderna) y Ferrer (El apuntalamiento técnico del mundo). Este enjambre analítico, plural y diverso, y que además se nutre de otros como Armand Mattelart y Paula Sibilia, pretende poner en función de una comprensión que, en código de una suerte de socio-filosofía de la técnica, dé cuenta de lo que en nuestros contextos puede significar estar vigilados. Veremos cómo estos planteos, que reconstruiré a vuelo de murciélago, resuenan poderosamente con esas intuiciones prospectivas que más arriba intentamos trazar entre Deleuze y Guattari. Rescataré y re-hilaré el argumento en función del papel que tiene la tecnología en los contextos urbanos, y en ese sentido rescataré, en las diversas perspectivas abordadas, la importancia de la ciudad como terriotorialidad de estos ejercicios.
El panorama que se vislumbra en esta línea es uno en el que parecieran preponderar los cierres y las clausuras paranoides respecto de la tecnología en relación con los procesos de subjetivación, por eso el trabajo repuntará una hipótesis de lectura que implique la apertura, de la mano de los argumentos expuestos previamente, de lo que podríamos llamar una analítica contemporánea de las sociedades de control en función de las aperturas, fugas y potencias que sus condiciones de posibilidad mismas permiten. Siguiendo algunos trabajos en ciernes de investigadores y amigos argentinos, especialmente los de Gabriela D’Odorico, Patricia Digilio, Flavia Costa y Pablo Rodríguez, intentaré cerrar la instantánea sobre el presente para avanzar con gesto foucaultiano hacia la segunda parte de una onotología del presente.
Y es que cuando las sociedades de control ya no son un esquema ‘exterior’ que se impone contra la ‘naturaleza’ social o la ‘cultura’ molecular, sino que pareciera configurar precisamente el interior de los procesos de subjetivación, cuando sus dinámicas constituyen la grilla de inteligibilidad de lo social hoy, cuando es el ‘control’ lo que está incorporado, internalizado, el foco de interés se desplaza hacia la necesidad de dar cuenta del modo en que estas líneas de poder son casi ‘reclamadas’ desde los ejercicios cotidianos. La pregunta ya no sería si tal o cual artefacto tecnológico hace bien o no al devenir de una cosa como la ‘humanidad’, sino qué virtuales se actualizan efectivamente gracias al agenciamiento que implican estos artefactos. Dar cuenta de la genealogía de esos virtuales y del modo en que se dan hoy día esos agenciamientos; esa sería la tarea del investigador. En términos de Norbet Elias, hablaríamos de dar cuenta del proceso genético de las autocoacciones voluntarias, ejercicio que sólo es útil si se acompaña del gesto crítico de Michel Foucault, que implica una analítica de las formas y un despliegue de los modos que se oponen a las formas de ser gobernados que se instalan frente y desde estas configuraciones de poder contemporáneas. Es decir, ante las autocoacciones voluntarias de Elias, pensaríamos una inservidumbre voluntaria de Foucault que haga cotrocircuito a las líneas de subjetivación de lo que acá entenderé restrictivamente como sociedades de control en su vector vigilancia y monitoreo, en el marco de un dispositivo de modulación.
Esta deriva me obliga a pensar la resistencia. E inmediatamente a abandonar tal reflexión en esos términos y a re-lanzar la cuestión en términos de otra cosa. En el verosímil de la información, desde el que se trazan las líneas de poder a partir de las cuales consisten los proceso de subjetivación en las sociedades de control, habría que dar un vuelco a la cuestión para pensar el modo de existencia como el terreno en disputa. Modos y formas que en términos amplios podríamos reconocer como escenarios de la estética en sentido ampliado. Y si el escenario de disputa es uno predominantemente estético, entonces hablaríamos, tal vez, de re-existencia en vez de resistencia. Allí se instala la cuestión, que apenas propondré como agenda abierta, de una posible lectura de la estética de la existencia en Deleuze y Guattari, en función de sus propuestas alrededor del advenir en términos de poder y del papel que en ese advenir, que es nuestro presente, tiene la tecnología en sentido amplio.

Palabras clave: estética de la existencia, modulación, monitoreo, sociedades de control, vigilancia.